Nuestro cerebro, ese director de orquesta, aprende a través de un intrincado baile entre emociones y sentidos. Las emociones, como la música de fondo, dan color y significado a cada experiencia de aprendizaje. Cuando estamos emocionalmente conectados, nuestro cerebro («Desmintiendo el mito del hemisferio creativo del cerebro«) se convierte en una esponja, absorbiendo información de manera más efectiva, es así cómo aprendemos.
Además, los sentidos actúan como bailarines en escena, interpretando y traduciendo el mundo exterior en un lenguaje que el cerebro entiende. Ver, oír, tocar, oler y saborear son las herramientas fundamentales que nos conectan con el conocimiento, convirtiendo el aprendizaje en un acto multisensorial donde cada experiencia se graba profundamente en nuestras mentes.
¿Quién es William Glasser?
William Glasser, nacido el 11 de mayo de 1925 en Cleveland, Ohio, fue un psiquiatra y psicólogo estadounidense conocido por desarrollar una perspectiva única sobre el aprendizaje. Su teoría, centrada en la idea de que el aprendizaje es un proceso activo y social, es un faro en el mundo de la educación.
En la década de 1960, Glasser presentó su modelo de la Pirámide de Aprendizaje, una teoría que desglosa el aprendizaje en siete niveles. Glasser postuló que estos niveles representan las diferentes formas en que procesamos y asimilamos la información. Desde el nivel más básico de recibir información hasta el nivel más elevado de enseñar a otros, la teoría de Glasser enfatiza la participación activa y la conexión interpersonal en el proceso educativo.
Teoría de la pirámide de aprendizaje
Según Glasser, el aprendizaje más efectivo se produce cuando estamos profundamente involucrados, ya sea al discutir con otros, participar en actividades prácticas o enseñar lo que hemos aprendido. Su teoría refleja su creencia en la importancia de la experiencia y la participación activa en la retención y aplicación del conocimiento.
Antes de empezar a desarrollar cada uno de los niveles, es importante tener en cuenta que la pirámide de aprendizaje de William Glasser y los porcentajes específicos asociados a cada nivel no cuentan con una base científica sólida y han sido objeto de controversia. Es crucial abordar la información relacionada con el aprendizaje con un enfoque crítico y reconocer las limitaciones y la falta de evidencia empírica sólida en algunas de sus afirmaciones específicas.
Aprendizaje pasivo
El aprendizaje pasivo implica recibir información sin una participación activa por parte del estudiante. Esto puede incluir la lectura, la observación o la escucha sin una aplicación inmediata o la interacción significativa con la información. Aunque este enfoque tiene su lugar, Glasser sugiere que el aprendizaje pasivo por sí solo puede limitar la retención a corto y largo plazo.
(1) Aprendemos el 10% de lo que LEEMOS
Leer representa la fase inicial donde se sientan las bases sobre cómo aprendemos. En este nivel, el acto de leer no se limita solo a las palabras impresas en papel, sino que se extiende a la interpretación y comprensión de diversos tipos de información. La retención y el aprendizaje en este nivel es modesto, aproximadamente entre el 5-10%, ya que la información se absorbe de manera pasiva.
(2) Aprendemos el 20% de lo que OÍMOS
El autor enfatiza que el sentido auditivo está estrechamente relacionado con la comunicación efectiva. Escuchar activamente es esencial para comprender ideas complejas, seguir instrucciones y participar en discusiones significativas.
Diferentes teorías y estudios sugieren que recordamos aproximadamente el 20% de lo que oímos. Esta estadística destaca la importancia de la audición en el proceso de aprendizaje y la necesidad de optimizar este sentido.
(3) Aprendemos el 30% de lo que VEMOS
Glasser sugiere que «ver» implica más que la simple capacidad de mirar; se trata de la observación activa y consciente e incluye la capacidad de interpretar visualmente el entorno. En este nivel, la experiencia visual se convierte en una herramienta clave para el aprendizaje, y va más allá de simplemente percibir imágenes.
Ver la información en acción implica una aplicación activa del conocimiento y en cómo aprendemos, incrementando la retención al 20% de la información observada.
(4) Aprendemos el 50% de lo que VEMOS y OÍMOS
En este nivel, el autor subraya la sincronización sensorial, donde el acto de ver y oír simultáneamente crea una experiencia de aprendizaje más rica. Esta sincronización aumenta la conexión con la información y proporciona una perspectiva más completa.
La integración de la información visual y auditiva amplifica la capacidad de retención. Recordamos aproximadamente el 50% de lo que vemos y oímos, lo que destaca la sinergia positiva cuando ambos sentidos están involucrados.
Aprendizaje activo
El aprendizaje activo implica la participación activa del estudiante en el proceso de aprendizaje. Este enfoque se centra en la aplicación práctica de la información, ya sea a través de la discusión con otros, la realización de actividades prácticas o el acto de enseñar a otros. Glasser sugiere que este tipo de aprendizaje tiene un impacto significativo en la retención del conocimiento, ya que compromete al estudiante de manera más profunda con la información.
(5) Aprendemos el 70% de lo que DEBATIMOS con otros
Discutir y debatir la información con otras personas (compañeros y/o expertos) es uno de los niveles que mayor porcentaje de retención tienen sobre cómo aprendemos. Según Glasser, este tipo de interacción puede mejorar aún más la retención y comprensión de la información. El diálogo activo impulsa la evaluación y la toma de decisiones, aumentando la retención al 70%.
(6) Aprendemos el 80% de lo que HACEMOS
Cuando las personas participan activamente en la realización de tareas prácticas relacionadas con la materia de estudio, se fortalece su comprensión y retención del contenido. La experimentación práctica lleva la retención al 80%, donde el aprendizaje activo cobra protagonismo.
(7) Aprendemos el 95% de lo que ENSEÑAMOS
Este último nivel de la pirámide de aprendizaje implica que la persona asuma el rol de maestro o instructor, compartiendo activamente el conocimiento adquirido con otros. Cuando una persona enseña lo que ha aprendido, refuerza su comprensión y retención del material.
El acto de enseñar requiere una comprensión profunda del tema, ya que explicar conceptos a otros implica organizar y comunicar la información de manera clara. Además, el proceso de enseñanza puede generar preguntas y discusiones que contribuyen al entendimiento más profundo del tema. Enseñar a otros ialcanza una retención aproximadamente del 95%.
Conclusión
La teoría de la pirámide de aprendizaje de William Glasser (presentada en su libro «La Calidad de la Enseñanza») destaca la importancia de la participación activa. Si bien los porcentajes asociados a cada nivel de la pirámide son estimaciones, su enfoque en el aprendizaje activo resalta un principio fundamental: la acción y la aplicación práctica del conocimiento son fundamentales para la retención y comprensión duradera.